miércoles, mayo 26, 2010

Biógrafia de la guerra Zetas Vs. CDG


México.- Dos bandas del crimen organizado libran una guerra en el noreste del país, pero de esto no hay mayor información. De febrero a la fecha ha habido masacres, asesinatos selectivos, desapariciones y balaceras, pero no existe parte informativo ni comunicados ni voceros que expliquen lo sucedido. Las escaramuzas, aunque ruidosas y estridentes, transcurren en silencio en poblados de Tamaulipas y Nuevo León.

Un elemento de una corporación federal colaboró para el hampa en esa parte del país por varios meses. Ahora es informante del gobierno y relata a las autoridades su vida mafiosa para ayudar a entender la situación que se vive por el enfrentamiento entre el cártel del Golfo y Los Zetas.

Aquí su relato:

“Sí, lo que ustedes los periodistas escriben está bien, pero siempre me queda un sabor de boca raro después de leerlos. Como que les falta conocer mejor el Golfo. Leo lo que han hecho de Sinaloa, pero de ese cártel no sé mucho. La historia del otro cártel (el del Golfo) sí me la sé y para allá vamos.

“Lo primero que voy a decir es que hay autoridades que hacen su trabajo y otras que no. Yo soy de los que no lo hizo. Y me costó, como se dice en el otro lado, ‘one egg and half the other’ (un huevo y parte del otro). Yo apoyo la guerra del presidente Calderón y hay muchos militares que son honestos, pero hay otros hasta adentro (corruptos). También hay militares que protegen a la gente sin saberlo. Sólo atienden órdenes de sus mandos. Eso ya se sabe.”

Cuando el informante habla de Miguel Alemán o Matamoros se refiere a “el rancho”. Dice “la gente”, pero se refiere a los narcos. Platica de un zeta apodado El 12. Era tranquilo, pero le encantaba el perico (cocaína). Tenía cuerpo atlético y tez blanca. Era joven y galán; andaba de novio con la hija de un alto funcionario estatal. Sabe de un muerto que El 12 dejó tirado en el rancho El Nogalito, a cinco kilómetros de la cabecera de Miguel Alemán. “Pasaron varias horas hasta que el cadáver estuvo tieso como el cuero. No lo mató por asuntos de trabajo. Lo hizo porque era novio de su hermana”, relata el informante.

“El muerto trabajó como escolta de uno de los jefes de cártel del Golfo. Era una madresota, un peladón de casi dos metros”, lo describe. Su muerte fue una de las tantas que hicieron crecer el odio entre la gente de Los Zetas y el cártel del Golfo, hasta que estalló la guerra entre ambos grupos.

“No todos los zetas ni todos en el cártel adoran a la Santa Muerte. Algunos son católicos. Había uno que cuando salía a matar decía: ‘Si dios está con nosotros, ¿quién está contra nosotros’”.

“Los asesinatos que un sicario comete por cuenta propia a veces son castigados por algunos jefes zetas. Jaime González Durán, El Hummer, era muy estricto. Uno de sus hombres mató a un tipo porque pensaba que estaba enamorando a su esposa. Le dio cinco balazos, el último en la garganta, y después lo colgó, castrado, en la entrada de una ranchería.”

Según el informante, a los jefes zetas y a los del Golfo no les gusta dejar cadáveres regados. Prefieren desaparecerlos. Los Zetas llevan los cuerpos de sus víctimas al río Bravo y los del Golfo a la presa Falcón.

El Hummer castigó a su pistolero por matar y colgar a un “equis”, que confundió con el supuesto amante de su esposa. Lo mandó tres meses a La Hielera, es decir, a las casas de seguridad donde son encerrados las personas bajo investigación, los enemigos capturados o los infractores internos.

“Luego salió. Por ahí andará”, dice el informante.

“Bueno, no a todos los cadáveres los desaparecen. Hubo uno que había ido a denunciar la existencia de Los Zetas en sus inicios y cuando lo descubrieron, lo mataron y tiraron su cuerpo en la puerta principal del cuartel militar de la presa Falcón. A ese pobre lo mató la inocencia. Días antes había ido a la base de Linda Vista, en Miguel Alemán, Tamaulipas, para dar datos sobre la gente. Pero la gente sabe todo. En una casa vecina al cuartel había un centro de espionaje, desde donde se miraban las entradas y salidas, y éstas eran registradas.”

“La captura del Deborah fue un golpe importante para la expansión de Los Zetas. Tuvieron que empezar a reorganizar a compradores, narcomenudistas, tráfico de indocumentados, compra de autoridades, reinstalación de la guardia y lo demás que ya se había hecho en el sur. La guardia consiste en un equipo de personas que se encarga de la seguridad de los jefes, de cuidar los puertos y las entradas por carretera. Se les encomienda esto a policías, pero siempre debe haber un guardia a cargo.

“Déborah estaba obsesionado con abrir una ruta desde Tabasco, hasta Ciudad Cuauhtémoc o Tapachula, Chiapas. Los Zetas llegaron a operar en toda la carretera Matamoros-Cancún. Ellos conocen las brechas de ese camino e hicieron algunas para operar donde no podían. Tenían instaladas radios de largo alcance y repetidoras.”

“La mafia ha existido siempre. Desde El Tigre de Santa Julia hasta ahorita”, señala.
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